Ellas, las otras y todas las demás. Mònica Planes
La primera vez que vi la Hermafrodita durmiente, desde lejos, me llamó mucho más la atención que las otras esculturas con las que compartía sala. Parecía un cuerpo femenino, tumbado, de espaldas. Me acerqué directamente a ella. A diferencia de otras esculturas clásicas, no tenía ni delante ni detrás. Se trata de una figura durmiendo, justo en el momento en que empieza a activar su cuerpo para darse la vuelta y cambiar de posición. Su movimiento rotatorio te hace rodearla, resiguiendo su acción para poder verla entera y no consigues entenderla hasta que no le has dado la vuelta: la sábana con la que está parcialmente cubierta se ha enredado con su pie que, al moverse, tira de ella y la destapa, descubriendo sus genitales, que empiezan a asomar a la vez que su vientre se separará del suelo.
Se trata de una de las ocho ‘Hermafroditas durmientes’ que se conservan actualmente, una tipología de escultura muy valorada en la época romana. El giro que en ella se representa y el que nos obliga a realizar a su alrededor son el punto de partida de las piezas que se presentan en esta exposición.
