BGW. Una ascensión en espiral: Mirar atrás desde el fin. Raisa Maudit
Jueves 18 sep: 12 – 20h
A partir de las 12h: inauguración PRO
A partir de las 18h: inauguración para todos los públicos
Viernes 19 y sábado 20 sep: 12 – 20h
Domingo 21 sep: 11 – 15h
Un penacho de lava irrumpe desde la superficie, quemando lo que encuentra a su paso, creando nueva tierra, nuevas islas, un territorio en expansión. El manto fundido retrocede hacia el interior de la tierra cuando se topa con resistencia, buscando una salida más suave desde abajo. Deja atrás cavidades esculpidas de fuego en la roca, pero no desaparece, abre fisuras en otros lugares, creando una red telúrica de huecos imposibles de rastrear.
La autonomía del arte no fue más que una pretensión del modernismo, y hoy entendemos el arte no como algo intemporal, sino como parte de un flujo contextual en movimiento. Una escultura siempre reacciona a su entorno, a la constelación de elementos que la rodean en las exposiciones y a lxs espectadorxs que se mueven a su alrededor. Y sin embargo, siempre conserva una huella de su archivo espacial y físico, creando agujeros de gusano entre contextos, públicos e ideas.
Una ascensión en espiral. Mirar atrás desde el fin de Raisa Maudit, comisariada por Martí Manen, tuvo lugar de junio a octubre de 2024 en el Centro de la Virreina en Barcelona. Allí, una configuración conceptual de escultura, imagen y vídeo abrió un lapso trans-temporal hacia las comunidades subterráneas del siglo XII de disidentes religiosos y sexuales llamadas beguinas. Esta comunidad protofeminista subterránea se negaba a contraer matrimonio y fomentaba la alfabetización mediante la creación y reproducción de textos fuera de los límites de la sociedad medieval moralista. Su historia no termina en la Virreina, sino que se expande en espiral hacia el mundo creando más capas y gestos de significado, filtrándose en nuestro mundo en rápida transformación. La obra de Maudit se propone crear un nuevo código para la posibilidad de fisuras en el dogma hegemónico, fugas dentro de nuestros entornos higiénicamente contenidos definidos por la vigilancia digital y los retrocesos democráticos. Las obras penetran la rigidez de las instituciones a través de su ethos de fluidez subversiva, catalizando grietas expansivas en el elaborado entramado del sistema del arte. Desde la Virreina, los símbolos de las beguinas se expanden por Barcelona hasta el espacio de House of Chappaz, que los proyecta aún más lejos a través de un agujero de gusano hacia Paris Internationale —zonas conectadas por los hilos tangibles de las relaciones personales internacionales y sus espacios subterráneos. Dos esculturas de beguinas se implican mutuamente, una se convierte en multitud, y se abre un portal entre los dos umbrales erigidos del conocimiento prohibido. Estos portales dejan al descubierto las conexiones sociales que siempre cuelgan, invisiblemente tensas, alrededor de las relaciones intelectuales, económicas, culturales e institucionales. La corporeidad está íntimamente ligada a la geología y al origen de la propia obra. Maudit es capaz de transportarse a través del tiempo y el espacio gracias a la existencia de profundos túneles subterráneos que horadan las entrañas de la tierra. Las obras aluden con fuerza a la filosofía geológica del terreno volcánico, mientras esculturas cinéticas mecanizadas giran sobre montones de piedra pómez, mientras sacerdotes vierten agua bendita sobre los embudos ardientes de los ríos de lava, y la petrificación de manos alargadas que parecen haberse congelado al instante, como lxs ciudadanxs sepultadxs de Pompeya. Los agujeros de gusano conducen inevitablemente a la isla de La Palma y a la mentalidad de lxs habitantes volcánicos que viven en un paisaje que respira, en constante estado de creación y destrucción, de un archivo geológico estratificado de piedra codificada y sobrescrita.
Es este instinto de jouissance tropical simultáneo a la necesidad de supervivencia cavernosa y oscura lo que evoca el ethos de la disidencia subterránea. Una ruptura política que siempre se oye pero nunca se ve, que se mueve por madrigueras subterráneas y araña la superficie en Flandes, en Barcelona, en París, pero desaparece antes de ser atrapada. Las beguinas dejaron su huella de resistencia por toda Europa, desde Alemania hasta comunidades en Cataluña —y sin embargo permanecen desconocidas— replegándose de la sociedad, hacia la tierra, con el tiempo suficiente para cubrir sus huellas vigiladas.
– Àngels Miralda, crítica y comisaria
