STILL Alexandra Karakashian · Jake Aikman
Aquí tienes la traducción al castellano:
Still contiene una dualidad que define su esencia: sugiere inmovilidad, el silencio de un instante suspendido, y al mismo tiempo afirma con fuerza la continuidad, una presencia persistente en el tiempo. En este espacio semántico, entre la quietud aparente y la supervivencia obstinada, es donde convergen las prácticas de Jake Aikman y Alexandra Karakashian. Para ambos, el acto artístico se convierte en una forma de resiliencia radical: una manera de dar testimonio de aquello que permanece, de aquello que resiste la erosión de la historia y la fuerza de los elementos.
Alexandra Karakashian encarna una resiliencia material e histórica. Su obra, arraigada en la biografía personal y en las cicatrices colectivas del continente africano, utiliza materiales inestables y cargados de significado, como aceite de motor usado y sal. Su pintura no es solo representación, sino un proceso geológico y político: el aceite que tiñe la tela evoca la explotación de recursos y el colapso ecológico, mientras que la sal cristaliza el duelo y la memoria del exilio. En Still, la resiliencia de Karakashian es la de la memoria que se niega a ser borrada; es un lamento por tierras perdidas y por aquellos que han sido “desposeídos del hogar”. Sus obras son monumentos frágiles pero persistentes de una inestabilidad que amenaza, pero nunca llega a imponerse del todo.
En paralelo, Jake Aikman explora una resiliencia atmosférica y espiritual. Haber abandonado la figura humana, que percibía como una distracción narrativa, le ha llevado a dirigir la mirada hacia la inmensidad de los espacios liminares y de los paisajes marinos. Con una paleta disciplinada y restringida de ultramar, tierra quemada y verde sombra, el artista construye visiones de una belleza austera y solemne. Sus mares no son simples vistas, sino entidades poderosas e indiferentes a los asuntos humanos. Su pintura captura la luz y la niebla efímeras, sugiriendo que la verdadera resiliencia pertenece a la naturaleza misma, capaz de absorber, sumergir y sobrevivir. Still, para Aikman, es la calma aparente del agua que esconde profundidades insondables, una invitación a la contemplación humilde ante lo sublime.
Juntos, Karakashian y Aikman presentan dos caras de la resistencia. Una mira hacia la tierra, el peso de la materia y la historia humana; la otra mira hacia el horizonte, el agua y el infinito natural. En un mundo frenético, sus obras nos piden que nos detengamos, permanezcamos quietos y reconozcamos la fuerza silenciosa de aquello que, a pesar de todo, perdura.