Imaginar una ecología temporal, prestar atención
Si se presta atención, esto es, se atiende a aquello que se da por hecho sin cuestionarlo, es posible que se descubra que, en realidad, a veces está bien detenerse, abrir la ventana, permitir que el sol entre y el aire circule. Observar con cuidado. Ahora bien, colocar atención no es fácil, más aún cuando se trata de mirar hacia entornos complejos (instituciones, museos, centros de arte, espacios de producción) los cuales forman parte de una red más amplia que abre caminos para el hacer pero que también define y está definida por límites muy claros con respecto a lo que pensamos que se puede y, en consecuencia, aquello que no. En principio, un centro de producción es un espacio que dispone de recursos humanos y materiales dirigidos a acompañar, facilitar el desarrollo de procesos creativos, ofrecer las condiciones para la generación de herramientas generadoras de mundos, cuidar la sensibilidad. Sin embargo, no se puede olvidar que los espacios de producción también están abocados, por una parte, a elaborar vínculos hacia afuera (que se relacionan a ideas previas sobre lo que se entiende por lo exterior) y, por la otra, a lograr su propia sostenibilidad. Y ambas cuestiones suelen estar vinculadas, de una u otra manera, a la producción de eventos. Es común, por ejemplo, que se dé por hecho que la producción dé resultados, esto es, la generación de eventos (exposiciones, talleres, conferencias, jornadas de apertura de procesos, presentaciones, etc.) no suele ser compatible con los ritmos particulares de la creación artística.
¿Qué relaciones entablamos entre creación artística y producción?, ¿de qué hablamos cuando hablamos de producción en nuestros entornos?, ¿qué entendemos por producir?, ¿de verdad existe un adentro y un afuera?, ¿tenemos una idea fija sobre quién produce y quién no?, ¿hemos dado por hecho que la producción está asociada a las prácticas y las prácticas a los resultados?, ¿qué entendemos por resultados? son algunas de las preguntas que me parece que podrían ser útiles (o incluso inútiles) para volver a cuestiones que parten de prácticas que quizás están limitadas, entre otras cosas, por la imposición de una idea de temporalidad, esto es, por lo que pensamos sobre los ritmos de la vida, que tienden a estar sujetos al imperativo de ser productivas, esto es, a la sobreproducción.
Si la temporalidad dominante en el capitalismo es la hiper-actividad, la cual tiene la forma de una dispersión que, según explica Byung Chul-Han, está atravesada por la aceleración o la disincronía, ¿se podría sostener, en consecuencia, que la sobreproducción es un síntoma de un malestar temporal compartido? Por otro lado, la sobreproducción está vinculada a la saturación (llenar u ocupar una cosa hasta el límite de su capacidad) la cual, en lugar de abrir, cierra las posibilidades para el pensar y, por lo tanto, posiblemente también para imaginar los procesos de creación artística que son acogidos en contextos como los espacios de producción.
¿No se trataría, por lo tanto, no tanto de luchar contra la temporalidad dominante puesto que podría más bien potenciar la saturación, sino de ser capaces de generar las condiciones para imaginar modos de albergar una diversidad temporal? En efecto, si bien es cierto que la temporalidad dominante es la hiper-actividad, también lo es que esta convive con otros flujos, fluctuaciones, ritmos y modos del paso del tiempo. De este modo, a lo mejor tendríamos que hacer el trabajo de colocar atención, precisamente, sobre la ecología temporal, esto es, la diversidad de tiempos que conviven en un mismo espacio.
Pero, ¿qué sentido tiene colocar atención sobre la temporalidad en un centro de producción? Quizás, el sentido de volver la mirada es algo que ha de nacer del deseo de asumir que todo espacio tiene siempre algo de indeterminado y que son los puntos de partida, esto es, aquello que se da por hecho, lo que se ha de observar con detenimiento con el fin de hurgar y, quizás, encontrar fisuras. Así, la pregunta por la producción no se puede pensar, al menos desde mi perspectiva, sin preguntarse sobre aquello que se piensa sobre el tiempo.
Mirarse reside en salir del marco de pensamiento que se repite a través del establecimiento de preguntas capaces de abrir la imaginación hacia otros derroteros, quizás aún inimaginables. Si se pregunta adecuadamente fuera de los marcos de lo dado, se mira adecuadamente y si se mira adecuadamente, se piensa fuera de los marcos de lo dado. Se trata, en otras palabras, de hacer el trabajo de pensar lo que estamos pensado (invitación de Donna Haraway) pues es en las grietas donde se puede adivinar que hay algo que palpita pero que a veces es invisible y que se vincula a las posibilidades de componer prácticas temporales que hacen prácticas temporales. Efectivamente, si entendemos que las prácticas temporales se tejen por medio de relaciones que hacen relaciones, entonces se abren caminos para reconocer una diversidad de formas de paso del tiempo en un mismo espacio.
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Texto de mafe moscoso en colaboración con GRAF. mafe, nacida en república bananera. trabaja en los líos entre escritura, etnografía y arte.
Este mes de noviembre han tenido lugar las jornadas de puertas abiertas de la Xarxa d’Espais de Producció i Creació de Catalunya (Xarxaprod), durante las cuales diversas entidades que forman parte han abierto sus puertas, organizando actividades para dar a conocer sus espacios y contextos. Desde GRAF nos sumamos con la producción de cinco Rutas GRAF que en esta ocasión se concretan en textos de reflexión que profundizan en varias temáticas vinculadas a los centros de la red, desde la mirada de cinco agentes del arte y otros ámbitos: mafe moscoso (trabaja en entornos entre escritura, etnografía y arte), Helen Torres (socióloga, traductora y educadora), Bárbara Sánchez Barroso (artista, feminista y amante de los libros), Rita Andreu (comisaria, gestora cultural y realizadora audiovisual) y el equipo GRAF. En cada Ruta vinculamos uno de los textos con un grupo de espacios de Xarxaprod, sugiriendo afinidades entre ellos.