Bailarín-es
En el corazón de la vitrina, cuatro cuerpos tejidos en ganchillo blanco tornasol se entrelazan como si danzaran en silencio. Son tubos blandos, luminosos, que se buscan y se abrazan formando un nudo que no aprieta: un lazo vivo, suspendido, que respira movimiento.
En sus extremos, ocho pequeños zapatos infantiles apuntan en todas direcciones. Evocan pasos que aún no han sido dados, caminos abiertos, identidades por venir. La infancia aparece como umbral: lugar de juego, de pregunta, de transformación.
Bailarín-es, es un gesto que trenza los hilos del género, del cuerpo, del tiempo. En su título se despliega un juego de palabras que incluye lo múltiple, lo no fijo, lo posible. ¿Quién baila? ¿Desde dónde? ¿Con qué cuerpo?
La pieza habita la vitrina como un poema en suspensión. No se impone, no grita. Se deja mirar, se deja sentir. Habla desde lo blando, desde lo torcido, desde lo que no encaja del todo en las formas establecidas.
En Bailarín-es, lo textil se vuelve gesto coreográfico, y el arte, una invitación a imaginar otros modos de estar en el mundo.
