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Erótica, estética y revolución: porqué vale la pena leer Marcuse en el siglo XXI

Conferencia con Amador Fernández-Savater.

Podríamos resumir el «realismo capitalista» que se ha impuesto en nuestras sociedades en una sola expresión de uso común: «lo que hay es lo que hay». ¿Qué es «lo que hay»? Una vida-mercado, una vida que coincide con el mercado, una vida confundida con el mercado a través de sus mil tecnologías cotidianas.

En el propio pensamiento crítico domina un cierto regodeo en la impotencia: una descripción interminable de nuestra sumisión a la vida-mercado y de cómo esta absorbe incluso las tentativas de resistencia y fuga. La crítica se ha vuelto victimista: se complace en repetir una y otra vez una denuncia que no cambia nada.

Nada de eso encontramos al leer, al releer hoy, a Herbert Marcuse, empeñado durante toda su vida en localizar las «vías de fuga» que permiten desbloquear las situaciones cerradas. Esas vías de fuga son a la vez negativas y afirmativas. El sufrimiento que dice NO (a lo que hay) y el anhelo que dice SÍ (a lo que podría haber). Lo que Marcuse llamó el «Gran Rechazo» y las «utopías concretas».

Marcuse encontró esas potencialidades de cambio y transformación esencialmente en el ámbito de los afectos, de la estética y de la política revolucionaria. ¿Y hoy? ¿Existe aún –y cuál sería– la potencialidad subversiva de Eros, del arte y la estética, de la acción política y colectiva? ¿Son agujeros y fallas en el continuo totalitario de la vida-mercado?

Erótica, estética y revolución: porqué vale la pena leer Marcuse en el siglo XXI
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