La vida y la muerte me están agotando. Giovanni Ozzola
Jueves 18 sep: 12 – 20h
A partir de las 12h: inauguración PRO
A partir de las 18h: inauguración para todos los públicos
Viernes 19 y sábado 20 sep: 12 – 20h
Domingo 21 sep: 11 – 15h
Presentando obras realizadas con una amplia variedad de medios, incluyendo video, fotografía, performance y escultura, la exposición reúne varios de los intereses fundamentales en la práctica de Giovanni Ozzola (Florencia 1982), dándoles un nuevo significado. Temporary Structure, obra en video, se configura como un monumento visual, un tributo a las cosas destinadas a desaparecer. Durante algunos minutos, nos transporta a distintos lugares del mundo. La obra revela la realidad individual y colectiva como una inmersión total en una estructura temporal, un entorno tan denso y envolvente como frágil, que moldea y deja huellas en nuestra existencia, pero que está destinado a extinguirse. En ausencia de cualquier punto cardinal, en la oscuridad, ¿qué nos queda? Durante una performance, las manos de una mujer trazan nuevas líneas sobre una losa de pizarra. Mediante un lenguaje instintivo y ancestral, cada incisión crea una nueva ruta de destino incierto, nuevos caminos que seguir cuando nuestro sistema de referencia habitual, ya agotado, solo nos deja la posibilidad de saltar al vacío. A nuestra disposición, solo queda nuestro tono único y las huellas del tiempo, elementos presentes en la campana náutica que, en su vida pasada, marcaba la posición de un barco en la inmensidad del mar. Frente a nosotros, se despliegan infinitas direcciones posibles.
Sumidos en esta incertidumbre, el impulso hacia un nuevo horizonte se enfrenta al miedo de abandonar nuestra zona de confort, una tensión dual que aquí está simbolizada por las imágenes en las paredes. En estas obras, el punto de vista está sumergido en una estructura pesada, un búnker lleno de marcas de spray, desde el cual una abertura permite ver dónde se encuentran el cielo y el agua. Este espacio, visualmente ruidoso pero al mismo tiempo sereno y expansivo, parece invitarnos a salir del propio refugio interior, la seguridad estrecha del espacio cerrado, y fundirse con el horizonte, un lugar lejano en el que simplemente sentirse presente. La exposición de Ozzola se presenta como un organismo vivo, un símbolo complejo de la experiencia, en el que cada obra alcanza sentido en relación con las demás, proyectando una visión de regeneración, un viaje sin fin.
Texto de Giorgia Gigliola.
