Postrimerías. María Sánchez
Desde hace mucho tiempo pienso que mi tío Cipriano, hermano de mi padre, muertos ambos, se parecía físicamente a Jorge Oteiza, y esta idea me acompaña hasta ahora mismo. No tengo a mano una foto de mi tío. Este pensamiento, que quiero compartir aquí, me ayuda de alguna manera a introducir mi obra y esta exposición.
«Mi memoria está superpuesta de todo» escuchamos esta frase en el documental Sans Soleil, de Chris Marker (1983). Aquí, en Postrimerías, hay algo de estas superposiciones. A partir de gestos mínimos y leves, involucro y conecto, rescato y busco puntos de unión, a veces entre imposibilidades o lejanías. En mi trabajo, a través de diferentes mecanismos de cambio, y de robo o apropiación reflexiono sobre la memoria contenida en los objetos, en la materia. Encontrarse con alguien.
Los objetos aparecen como un encuentro entre cuerpos diversos, como ensamblajes de elementos inorgánicos y vivos que ponen resistencia a las estructuras económicas en las que vivimos.
Gonzalo me vendió a través de Wallapop, por 20 euros y en un encuentro en la calle, los apliques de pared, el primer objeto que compré en el proyecto y me contó lo siguiente:
«Nosotros acabamos de comprar el piso, mi novia y yo, en zona Retiro, y este piso era propiedad de una alemana que lo utilizaba un poco para alemanes que venían aquí a trabajar, eso si que lo sé. Hace cuatro años hizo una reforma y estas lámparas las incluyó allí, y ahora las hemos quitado… y esa es un poco la historia, más no te puedo decir»
De alguna manera, como en Sans Soleil, se entrelazan memorias, como ocurre con mi tío Cipriano y Oteiza. El año pasado, para recordarlo compré en el rastro de Madrid una foto de un señor que posaba lo suficientemente lejos y lo bastante cerca como para hacerme pensar que pudieron parecerse.
A
