En 1951, el turista número un millón llegó a territorio español. Ese mismo año, también lo hizo el primer embajador de los Estados Unidos. Así comenzaba una alianza entre turismo, franquismo y capitalismo que llega hasta hoy. Para la estrategia geopolítica estadounidense y para la clase media del centro y norte de Europa, se les abría un paraíso barato de sol y playas. Para el franquismo, el maná del turismo traía riqueza y modernidad. Así se inauguraba un modelo productivo que permitía extraer el máximo rendimiento a unos pocos para llevarlo, enseguida, a paraísos fiscales. Un modelo todavía vigente.

Esta exposición recupera la mirada de aquellos que, como niños, vinieron a disfrutar del turismo de sol y playa, ignorando cuál era la realidad social de su destino de ocio.