En este curso nos proponemos cuestionar una hipótesis ampliamente aceptada, al menos hasta el siglo xx, según la cual pensar es, como afirmaba Kant (KrV, A69 B94), «conocer mediante conceptos». Sostenemos que existe un pensamiento a través de las imágenes, lo que equivale a decir que existe un tipo de comprensión y de relación con la realidad que se establece en el despliegue material de las imágenes. Esta problemática nos sitúa ante el desafío de pensar cuál es la especificidad que las imágenes aportan.

El conflicto que formaliza la imagen no es la de hacer concreto un conocimiento abstracto. Su función cognitiva, afectiva y sensible no opera al modo del lenguaje proposicional, en el que a partir de unas premisas iniciales se pueden encadenar causalmente eventos, sino que desarrolla sus relaciones por otra lógica de articulación. Es necesario, pues, no solo resemantizar las imágenes, sino ensayar otras categorías desde las cuales describir sus lógicas, como, por ejemplo, escena, ritmo, gesto o montaje.

La escena no es una alegoría que se construya para ilustrar una idea; la escena es, de entrada y por principio, un encuentro. Esta comprensión evita pensar las imágenes como entidades o unidades fijas; al tiempo que las concibe como desplazamientos de escenas, redefine su estatuto. Cuando muestras algo se hace necesario mostrar muchas cosas, porque lo que hace imagen no es un elemento o un índice que designa el todo reunido en ella. Lo que hace imagen es el movimiento que vincula, la vibración en la que emerge algo diferente que es lo que se está moviendo.