Cristina Almodóvar explicará su proceso creativo a partir de esta instalación.

En los escaparates del Bolit_PouRodó, Almodóvar relaciona escultura, dibujo y vídeo, mostrando cómo los límites entre las dos y las tres dimensiones, entre lo real y lo representado, entre lo racional y lo orgánico, son traspasados. Tanto en las sutiles imágenes en movimiento grabadas que se suceden en el vídeo de uno de los escaparates, como en la propia obra presentada en el otro, los límites racionales, que separan de lo natural, se ponen en duda.

En el vídeo, una línea horizontal central, presente en todas las imágenes, es desbordada por una realidad cambiante, en la que delicadamente, la naturaleza la altera. Lo que ordena y separa es desbordado por una física en continua evolución. El viento, el fluir del agua, la vida a pequeña escala, los reflejos, las luces y las sombras, se suceden desde una mirada que siempre busca encontrar un orden, una perspectiva, que racionalice cada imagen. De la misma manera, en la obra colgada en el otro escaparate, «Corteza», un simple trozo de madera es representado pasando de las dos a las tres dimensiones, traspasando el marco de su propia representación. Madera que parece real y que en realidad está hecha de cartón, se convierte en dibujo al introducirse en el marco. Lo real y lo aparente se unen en la obra, traspasando los límites perceptivos y conceptuales.

Los referentes naturales, presentes en todo su trabajo, hablan aquí de la relación que tenemos con el paisaje, con esa naturaleza de la cual somos parte integrante. Una relación irrenunciable, siempre presente en la relación del ser humano tanto con su entorno como con su propia naturaleza como ser vivo, en la que es necesario tener en cuenta el equilibrio entre lo humano y lo natural, entre lo racional y lo espontáneo, entre lo individual y lo colectivo. Un equilibrio que siempre busca que se refleje conceptualmente y visualmente en las obras.