Especulando a partir del superhéroe caído
El otro día, en el CCCB, Sara Ahmed hablaba sobre alzar la voz. Ese gesto, como protesta o como forma de señalar un problema, tiene unas implicaciones específicas cuando se hace desde dentro de una institución a la que, de alguna manera se pertenece. Hablaba del acto de reconocer el problema antes de poder señalarlo. Y también, creo yo, de la responsabilidad -individual y colectiva- de la acción de alzar la voz. Con esas ideas rondando en la cabeza me quedé los últimos días de mi estancia en Barcelona, visitando exposiciones, hablando con artistas, escuchando música, leyendo.
“Baja de la nube y deja tus miedos de lado», empieza el nuevo disco de Deerhunter que salió el 18 de enero. Más político que los anteriores, menos ensimismado, es bastante oscuro. El título lo dice todo: Why Hasn’t Everything Already Disappeared? Una clara toma de conciencia del estado de las cosas que, desde una cierta impotencia, expresa una visión apocalíptica. La misma sensación me dio Perfectamundo, la instalación de Joel Dean en Cordova. Parece la imagen de una sociedad atomizada que se ahoga -en vino- mientras unos angelitos observan desde arriba, a través del ruido de fondo. Un poco como en El cielo sobre Berlín, la película de Wim Wenders, pero mucho más pesimista: me dejó hundida con la alusión a Superman quedándose tetrapléjico. Aun así, dos giros que apelan a la esperanza y abren el campo de posibles. El primero es la historia de James Earl Jones que incluye el texto que acompaña la exposición y que conecta a Darth Vader con el personaje que encarnó Christopher Reeve. De alguna manera, es una invitación a salir del mutismo, a alzar la voz. El segundo es Fertile, la pieza que Dean ha instalado fuera del espacio de Cordova, en el hueco del árbol y cuyo título ya dice bastante.
Si aun no ha desaparecido todo es, en parte, por la capacidad de transformación de las cosas, las orgánicas en particular. Hacía ahí apunta Martin Llavaneras con Medicane, su próxima exposición en Bombón Projects. ¿Podemos seguir llamando exóticas a plantas que ya hace años que crecen a nuestro alrededor? ¿De qué es síntoma la adaptación de plantas tropicales al entorno mediterráneo? Martin Llavaneras recurre a la ficción para especular sobre la función y los usos de las plantas que ya estamos acostumbrados a ver en espacios diversos (la casa, la oficina, el restaurante, el hotel), en persona o vía redes sociales como Instagram. Más allá de un relato que gira alrededor de la producción agrícola industrial y de la logística a escala internacional, Medicane es un ejercicio formal que juega con los motivos y los materiales, creando una escena en la que exotismo y minimalismo de co-working space se dan la mano en bajorrelieves o esculturas planas monocromas.
Esta experimentación con la forma me hace pensar en Peya, el dibujo tridimensional de Anaïs Senli que cuelga en el lounge del hotel Motel One Ciutadella, a dos pasos de aquí. También recurriendo a lo especulativo y a la ficción, Peya representa un híbrido entre la raíz de la que se alimentan los personajes de Ursula K. Leguin, una medusa, un liquen y una araña. En otras palabras, Peya es una entidad chthónica que busca generar estrategias de supervivencia colaborativa en un momento de incertidumbre; un ser ficticio que permite imaginar nuevas formas de vida y de resistencia en un entorno cada vez más hostil.
Seres fantásticos, procesos de cambio, angustia y maniobras de adaptación a condiciones extremas. Todo me parecen propuestas de respuesta a la pregunta de por qué no ha desaparecido todo ya, pero también entreveo una especie de alegato en favor de la esperanza, o una cierta promesa optimista de futuro en estos trabajos. Volviendo a lo que decía Sara Ahmed el otro día, a lo mejor la responsabilidad que asumen hoy los artistas es esa: la de reconocer, apuntar con el dedo, especular con el lenguaje, indicar posibles pistas a seguir.
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Texto de Glòria Guso para GRAF. Glòria es investigadora en arte y ciencias sociales.